Francisco Murillo y Francisco Corralejo son dos de los 311 alumnos con discapacidad que este año cursan alguna titulación oficial en la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM). Ellos ponen rostro a una generación de jóvenes que en la última década viene rompiendo moldes sobre lo lejos que pueden llegar académica, personal y profesionalmente las personas con capacidades físicas, psíquicas o intelectuales diferentes a la media.
La de ellos es “una más” de las cerca de 30.000 historias de estudiantes que este curso escriben la actualidad de la UCLM. “Una más porque todos somos alumnos, diferentes, pero alumnos”, en definitiva, “personas que necesitamos una adaptación en nuestro día a día, pero no un trato de favor”. Quien habla es Francisco Murillo, un estudiante de 3º de Ingeniería Informática en el Campus de Ciudad Real que tiene una parálisis cerebral y al que le “enfada” que “me hagan y me digan las cosas por ser como soy”.
Y aquí es donde surge la pregunta que da título a una famosa canción de José Luis Perales: “¿Y cómo es él?” Francisco Murillo es un joven risueño, dicharachero y aficionado al ajedrez, cuya discapacidad le hizo desarrollar una habilidad especial frente al ordenador, de ahí que tuviera claro qué estudiar al llegar a la Universidad. Le gusta que le tiendan la mano, pero también tenderla a él, cualidad que comparte con Francisco Corralejo, un joven rondeño (Málaga) con discapacidad visual que acabó en Talavera de la Reina estudiando 4º de Trabajo Social y que se define a sí mismo como una persona “participativa” al que le “gusta ayudar a la gente, porque todos podemos aprender unos de otros”.
Además de ello, y de coincidir en el nombre, ambos comparten algo más. Son usuarios del Servicio de Apoyo al Estudiante con Discapacidad, departamento específico de la UCLM que trabaja desde 2003 por favorecer la plena integración en el entorno universitario de los alumnos con discapacidad, sin más dificultades que las que cualquier otro pudiera tener, analizando sus necesidades y definiendo un plan de intervención personalizado para cada uno de ellos.
Al inicio de cada curso académico, responsables del SAED se ponen en contacto con los estudiantes de nuevo ingreso con discapacidad que ese año se matriculan en la Universidad para darles a conocer el servicio. Su coordinadora, María Salas, reconoce que puede ser que no lleguen a todos, porque hay estudiantes que en la matrícula obvian su discapacidad por temor al rechazo social; pero sí a la mayoría, ya que están exentos de pagar tasas académicas y, por norma, dejan constancia de ello.
Esa primera presentación deriva por lo general en una relación estrecha con quienes a partir de ese momento pasan a ser usuarios del SAED: les ofrecen atención personalizada, información y seguimiento. Además, y si así lo precisan, ponen a su disposición transporte adaptado, intérprete de lengua de signos, apoyo técnico y adaptación al puesto. Sirva de ejemplo, que para el caso de Francisco Murillo un taxi -cuyo coste asume el SAED- lo lleva todos los días de casa a la Escuela Superior de Informática y a la inversa. A estos ítems hay que sumar el servicio de acompañamiento para la gestión de tareas administrativas, de movilidad por el campus o de llegada al centro de estudios y que es ofrecido por los becarios que forman parte del SAED; si bien el programa también dispone de un registro de voluntarios, al que acude si así lo precisa, y del que puede llegar a formar parte todo estudiante, personal docente e investigador y personal de administración y servicios con voluntad de prestar su tiempo y su trabajo a quienes lo necesiten.
La detección e intervención de barreras arquitectónicas es otro de los puntos en los que viene trabajando el servicio. Sin ir más lejos, la instalación de un cartel informativo en la escalera de la Facultad de Ciencias Sociales pasó a ser un obstáculo para Francisco Corralejo, quien tan pronto lo puso en conocimiento del SAED “actuó y lo desplazó”.
La búsqueda de becas específicas para los usuarios; la puesta en marcha de acciones formativas o de sensibilización, como la que hoy se celebra en todos los campus y sedes de la UCLM anticipándose así a la conmemoración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad el próximo 3 de diciembre; o el apoyo a la inserción laboral completan la labor del SAED.
Labor que elogian los dos protagonistas de esta historia, ya que les resulta difícil imaginarse su vida universitaria sin este servicio a su lado. Sin el SAED, Corralejo no se enteraría de lo que pasa en la Universidad porque “la gran parte de las actividades se anuncian a través de carteles y yo no los puedo leer”. Por fortuna, añade, “ellos me informan puntualmente de todo. Para mí es un alivio, porque me gusta participar en cuantas más cosas mejor”, explica con premura para recordar que participó en la recepción a Sus Majestades los Reyes de España, cuando en mayo de este año visitaron Talavera de la Reina para conocer de primera mano la labor de la UCLM en materia de atención y formación sobre discapacidad. Aquel día, cuenta hoy Corralejo, transmitió a Don Felipe y Doña Letizia “que el SAED ha sido el apoyo que precisaba” para su inclusión e integración en la vida universitaria”.
Desde el Campus de Ciudad Real, Murillo participa de la misma reflexión y viene a reconocer que la sociedad aún tiene ciertos prejuicios contra el colectivo de personas con discapacidad. Recelos a los que él ha tenido que enfrentarse en alguna ocasión cuando “algún profesor ha creído que iba a ralentizar el ritmo de la clase” o “algunos compañeros me han hecho de menos”. Afortunadamente, “es un caso aislado” y, por si no ha quedado claro, insiste: “son aisladas excepciones”.
Sin embargo, no hay que olvidar que están ahí y que en ocasiones acaban con el sueño de muchas personas con capacidades diferentes. Por eso, a tres días de que el colectivo alce su voz, Francisco Corralejo invita a no ponerse limitaciones a uno mismo y a hacer frente a las que otros te ponen. “Es tu vida y tú tienes que decidir lo lejos que quieres llegar”, afirma tras recordar que hubo un año en el que dudó si acceder o no a la Universidad. Tomó la decisión correcta y, lejos de arrepentirse, anima a quienes ahora se estén planteando esa cuestión a dar el paso porque “la vida está para aprender nuevas experiencias y acceder a la Universidad es una de ellas”. “Con el apoyo que te ofrece el SAED de la Universidad de Castilla-La Mancha todo es más fácil”, sentencia.
La UCLM fue una de las pioneras del sistema universitario español en poner en marcha un servicio de trabajo desde el que favorecer la plena integración de las personas con discapacidad en las aulas. El programa se puso en marcha en 2003, pero ya venía trabajando en este ámbito desde el año 2000, en virtud de un convenio de colaboración firmado con el Gobierno regional.
Gabinete Comunicación UCLM. Ciudad Real, 30 de noviembre de 2016